La cirrosis hepática consiste en el endurecimiento del hígado, tras lo que se vuelve fibrótico, como si de tejido cicatrizado se tratara. Esto se origina gracias a la activación de un tipo de células llamados fibroblastos.
Hasta el momento la cirrosis hepática ha sido una enfermedad mortal predominantemente desconocida, en parte, ante la ausencia de un modelo animal para estudiarla. Sin embargo, un equipo científico ha creado un ratón genéticamente modificado para que desarrolle cirrosis hepática equiparable a la humana y así poder estudiar sus mecanismos a nivel molecular.
Los responsables del trabajo, publicado en la revista Journal of Hepatology, son científicos del Grupo de Factores de Crecimiento, Nutrientes y Cáncer del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas de España (CNIO). Es liderado por Nabil Djouder, quien afirmó que conocer estos mecanismos moleculares ayudará a entender cómo la cirrosis hepática progresa a cáncer de hígado.
El proceso a nivel molecular de la cirrosis hepatica
La investigación ha descubierto como entran en acción los fibroblastos, que son los que originan la cirrosis. Descubrieron que cuando los hepatocitos, que son las células predominantes del hígado, no producen una proteína llamada MCRS1, esto origina que los ácidos biliares se acumulen en el hígado y posteriormente activen los fibroblastos.
El Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas de España lleva casi una década estudiando dicha proteína y ya había descubierto su relación con varios tipos de cáncer y el metabolismo. Dado de que el hígado es el principal órgano responsable del metabolismo, se concentraron en estudiar el papel de dicha proteína en las células hepáticas.
Proteína MCRS1
El equipo de investigadores creó un ratón modificado genéticamente de manera que su hígado no generara MCRS1. Y descubrieron que al hacer eso, el hígado desarrollaba alteraciones equivalentes a la cirrosis hepática en los humanos. De esta forma se abre la puerta para estudiar los mecanismos moleculares de la cirrosis y como desencadena en cáncer de hígado. Por supuesto, el objetivo es tratar de revertir la enfermedad.
Entender por qué la ausencia de MCRS1 en los hepatocitos genera cirrosis hepática, permite entender el origen de la enfermedad y así abrir la posibilidad de nuevas estrategias farmacológicas. Ante la ausencia de la proteína, se altera el flujo de los ácidos biliares y estos activan los fibroblastos que ponen en marcha el proceso de la cirrosis. Entender este mecanismo tendrá implicaciones importantes para el tratamiento de esta enfermedad.